martes, 9 de julio de 2013

La política es cosa de niñ@s

     
         Reza el encabezamiento de este blog: ¿Qué persona es aquella que no quiere mejorar el mundo?

        No concibo una existencia en la que cada cual se ocupe de sus problemas olvidándose de lo que afecta a tod@s. Entre otras cosas porque es estúpido: lo que afecta a tod@s acaba afectándome a mi... Interesarse por el bien común tiene un doble beneficio: ayuda a otras personas a la vez que me hace mejor persona. No en vano decía Aristóteles que somos “animales políticos”, es decir, que el interés por alcanzar una sociedad mejor (polis) es connatural al ser humano, y no atender a esa inquietud es cercenar una dimensión que nos humaniza individual y colectivamente.
        Hoy quiero presentar algunos momentos en los que he participado con mis hijas en algunas acciones políticas en defensa de los derechos que voraces egoístas han planificado arrebatarnos para engordar sus fortunas (sigue...)


        Hay quienes dicen que no es conveniente ir con los niños a estos eventos, que no hay por qué meterlos en política. ¡Qué absurdo! Todo el mundo educa a sus hijos desde pequeños en aquello en lo que cree. A penas a despertado a la vida y ya le hablamos en inglés para que sea bilingüe. Con su primera año estrena la bufanda del equipo de fútbol del que somos seguidores. El que es creyente reza con su hijo al acostarle. Los ejemplos podrían multiplicarse hasta el infinito. Entonces, ¿por qué no acudir con ellos a manifestaciones, encuentros, o cualquier otro tipo de acciones políticas? ¿Qué mejor legado podría dejarle a mis hijas que un espíritu comprometido con los problemas que nos rodean?
No olvidaré la anécdota de unos amigos con los que solemos participar en estas acciones políticas. En una ocasión le regalaron a su hija de dos años una cocinita de juguete con sus enseres. Al coger una cazuela y una cuchara la niña, en lugar de ponerse a cocinar, empezó a golpear la cazuela diciendo: 
        - ¡Sa-ni-dad pú-blica! ¡Sa-ni-dad pú-blica! 
        Para morirse de risa, pero también de orgullo y alegría.

Este es, sin duda, el momento más emotivo de la iniciación de mis hijas en el compromiso político: la acampada de Sol del 15 de Mayo, el día en que España sorprendió al mundo y prendió la llama de una pacífica revolución destinada a cambiar este sistema y crear ese otro mundo posible con el que soñamos. Parece que va lento, otras veces parece que no está, pero aquel movimiento sigue actuando, despacio, en lo pequeño y desde abajo. El 15 M es el día que simboliza el nacimiento de un mundo nuevo, y nosotros fuimos testigos y actores en directo. Ojalá un día, dentro de décadas, mi hija pueda ver esta foto y decir: “Yo estuve allí”.

Otro momento significativo es esta bonita estampa de la celebración del 1 de Mayo. Dicen los expertos que ya no existe la clase obrera. No me importa mucho. Ya no es una cuestión de clases. El 1 de Mayo celebramos el día de los trabajadores, de las personas que nos ganamos la vida con el sudor de nuestra frente, de manera honrada y costosa, sin especulaciones inmobiliarias, sin robos financieros, sin corrupciones políticas: nuestro trabajo y punto. Pero ese trabajo está en peligro, porque es escaso, mal pagado, precario y cada vez con menos derechos. Y con ese trabajo deteriorado pretenden que, encima, nos paguemos unos servicios privatizados, solo al alcanza de una minoría, que nos van a empujar a la exclusión y la indefensión. Ese día reivindicamos que existen unos derechos que son de todos, que son inalienables, y que no estamos dispuestos a que nos los arrebaten. Quiero que mañana mis hijas sigan teniendo lo que yo heredé de la lucha de mis mayores.
La siguiente instantánea se tomó en el espacio sociocultural autogestionado La Tabacalera”. A lo largo del día se realizaron diversas actividades encaminadas a concienciarnos en la defensa de la educación pública. Los políticos parecen decididos a asentar los principios de que educar es un gasto y no una inversión; que los estudios han de ser más accesibles a las familias con mayor nivel de riqueza; que las clases bajas han de conformarse con una escuela de pobre calidad y escasos recursos. Pero nos negamos a perpetuar las diferencias de clase y a sostener el sistema. La educación es el medio revolucionario por excelencia porque forma las mentes, abre el espíritu y capacita a las personas y los pueblos. Por eso ha de ser para todos y de calidad. Esto es irrenunciable. ¿Qué padre o madre no quiere la mejor educación para sus hijos? Y si es un derecho, no un capricho, ¿quién tiene potestad para negárselo?
Por último, para no cansar, esta imagen más reciente corresponde a una concentración frente a la Junta Municipal en defensa de la Sanidad Pública. Mitad en juego mitad en serio, las niñas soplaban con fuerza sus silbatos uniéndose a los gritos en defensa de nuestro derecho a la salud. Este derecho no es una mercancía, no es un negocio para empresas privadas. La salud solo es garantizada cuando el Estado presta a los ciudadanos un servicio de calidad, gratuito y universal. Sin excluir a los sin papeles; sin descartar a los que no tienen recursos; sin dejar los servicios mínimos y peor atendidos para las clases menos pudientes. Una política así solo merece pitidos. Y gritos. Y denuncias ante los tribunales. Y lucha sin cuartel. Es cuestión de vida o muerte. Nunca mejor dicho.

                                                                                           José Luis Quirós


1 comentario:

  1. Me encanta la reflexión sobre los niños en contacto con las luchas por la defensa de los derechos. Es muy educativo para ellos pero también para los padres pues nos enseña a no ocultar la realidad a los hijos y a los niños a ir tomando conciencia de la realidad en la que viven sin olvidar lo bonito del ser niño a un en medio de la situación. Gracias José Luis por tu articulo.

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Tranquilo, en breve estudiamos tu caso...