Reza el encabezamiento de este blog: ¿Qué persona es aquella que no quiere mejorar el mundo?
No concibo una existencia
en la que cada cual se ocupe de sus problemas olvidándose de lo que
afecta a tod@s. Entre otras cosas porque es estúpido: lo que afecta
a tod@s acaba afectándome a mi... Interesarse por el bien común
tiene un doble beneficio: ayuda a otras personas a la vez que me hace
mejor persona. No en vano decía Aristóteles que somos
“animales políticos”, es decir, que el interés por alcanzar una
sociedad mejor (polis) es connatural al ser humano, y no atender a
esa inquietud es cercenar una dimensión que nos humaniza individual
y colectivamente.
Hoy quiero presentar
algunos momentos en los que he participado con mis hijas en algunas
acciones políticas en defensa de los derechos que voraces egoístas
han planificado arrebatarnos para engordar sus fortunas (sigue...)
Hay quienes dicen que no
es conveniente ir con los niños a estos eventos, que no hay por qué
meterlos en política. ¡Qué absurdo! Todo el mundo educa a sus
hijos desde pequeños en aquello en lo que cree. A penas a despertado
a la vida y ya le hablamos en inglés para que sea bilingüe. Con su
primera año estrena la bufanda del equipo de fútbol del que somos
seguidores. El que es creyente reza con su hijo al acostarle. Los
ejemplos podrían multiplicarse hasta el infinito. Entonces, ¿por
qué no acudir con ellos a manifestaciones, encuentros, o cualquier
otro tipo de acciones políticas? ¿Qué mejor legado podría dejarle
a mis hijas que un espíritu comprometido con los problemas que nos
rodean?
No olvidaré la anécdota
de unos amigos con los que solemos participar en estas acciones
políticas. En una ocasión le regalaron a su hija de dos años una
cocinita de juguete con sus enseres. Al coger una cazuela y una
cuchara la niña, en lugar de ponerse a cocinar, empezó a golpear la
cazuela diciendo:
- ¡Sa-ni-dad pú-blica! ¡Sa-ni-dad pú-blica!
Para morirse de risa, pero también de orgullo y alegría.
Este es, sin duda, el
momento más emotivo de la iniciación de mis hijas en el compromiso
político: la acampada de Sol del 15 de Mayo, el día en que España
sorprendió al mundo y prendió la llama de una pacífica revolución
destinada a cambiar este sistema y crear ese otro mundo posible con
el que soñamos. Parece que va lento, otras veces parece que no está,
pero aquel movimiento sigue actuando, despacio, en lo pequeño y
desde abajo. El 15 M es el día que simboliza el nacimiento de un
mundo nuevo, y nosotros fuimos testigos y actores en directo. Ojalá
un día, dentro de décadas, mi hija pueda ver esta foto y decir: “Yo
estuve allí”.
Otro momento
significativo es esta bonita estampa de la celebración del 1 de
Mayo. Dicen los expertos que ya no existe la clase obrera. No me
importa mucho. Ya no es una cuestión de clases. El 1 de Mayo
celebramos el día de los trabajadores, de las personas que nos
ganamos la vida con el sudor de nuestra frente, de manera honrada y
costosa, sin especulaciones inmobiliarias, sin robos financieros, sin
corrupciones políticas: nuestro trabajo y punto. Pero ese trabajo
está en peligro, porque es escaso, mal pagado, precario y cada vez
con menos derechos. Y con ese trabajo deteriorado pretenden que,
encima, nos paguemos unos servicios privatizados, solo al alcanza de
una minoría, que nos van a empujar a la exclusión y la indefensión.
Ese día reivindicamos que existen unos derechos que son de todos,
que son inalienables, y que no estamos dispuestos a que nos los
arrebaten. Quiero que mañana mis hijas sigan teniendo lo que yo
heredé de la lucha de mis mayores.
La siguiente instantánea
se tomó en el espacio sociocultural autogestionado La Tabacalera”.
A lo largo del día se realizaron diversas actividades encaminadas a
concienciarnos en la defensa de la educación pública. Los políticos
parecen decididos a asentar los principios de que educar es un gasto
y no una inversión; que los estudios han de ser más accesibles a
las familias con mayor nivel de riqueza; que las clases bajas han de
conformarse con una escuela de pobre calidad y escasos recursos. Pero
nos negamos a perpetuar las diferencias de clase y a sostener el
sistema. La educación es el medio revolucionario por excelencia
porque forma las mentes, abre el espíritu y capacita a las personas
y los pueblos. Por eso ha de ser para todos y de calidad. Esto es
irrenunciable. ¿Qué padre o madre no quiere la mejor educación
para sus hijos? Y si es un derecho, no un capricho, ¿quién tiene
potestad para negárselo?
Por último, para no
cansar, esta imagen más reciente corresponde a una concentración
frente a la Junta Municipal en defensa de la Sanidad Pública. Mitad
en juego mitad en serio, las niñas soplaban con fuerza sus silbatos
uniéndose a los gritos en defensa de nuestro derecho a la salud.
Este derecho no es una mercancía, no es un negocio para empresas
privadas. La salud solo es garantizada cuando el Estado presta a los
ciudadanos un servicio de calidad, gratuito y universal. Sin excluir
a los sin papeles; sin descartar a los que no tienen recursos; sin
dejar los servicios mínimos y peor atendidos para las clases menos
pudientes. Una política así solo merece pitidos. Y gritos. Y
denuncias ante los tribunales. Y lucha sin cuartel. Es cuestión de
vida o muerte. Nunca mejor dicho.
José Luis Quirós
José Luis Quirós
Me encanta la reflexión sobre los niños en contacto con las luchas por la defensa de los derechos. Es muy educativo para ellos pero también para los padres pues nos enseña a no ocultar la realidad a los hijos y a los niños a ir tomando conciencia de la realidad en la que viven sin olvidar lo bonito del ser niño a un en medio de la situación. Gracias José Luis por tu articulo.
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