Capítulo I. De la
honradez con la realidad
Querida Julia:
Las personas tendemos a
querer saber antes de actuar. Afortunadamente. El mundo iría mejor
si aplicáramos este principio con más rigor. Al comienzo de tu
escrito preguntas cómo se sabe
(el subrayado es mío) algo mínimamente objetivo
acerca de nuestros políticos (las
negritas son tuyas). Insisto en que es necesario saber, pero, a mi
juicio ni de los políticos podemos saber algo objetivo (siendo
personas como son) ni han de ser ellos el objeto de nuestro saber.
No
quiero filosofar disertando sobre qué entendemos por realidad
(aunque no es superfluo) pero quiero traer a colación el pensamiento
de un ilustre e influyente filósofo, Xabier Zubiri que, replicando a
Aristóteles, asegura que la realidad es previa al ser, y consiste en
lo que hay. ¡Lo que hay! La realidad es lo que está puesto ahí,
delante y enfrente de nosotros, lo que acontece. Puede parecer una
perogruyada, pero no lo es. La filosofía del siglo XX nos invita a
mirar la realidad tal cual es, cara a cara. Sobre todo después de
Auswitch.
Nombrar
lo que sucede, eso es ser honesto con la realidad. Es real que hemos
vivido el mayor período sin guerras catastróficas pero decenas de
conflictos han asolado el siglo XX, y la mayoría nos son
desconocidos. Es real que manipulamos genéticamente los alimentos,
pero millones de personas mueren de hambre cada año. Es real que los
niños tienen derechos impensables en la Antigüedad, pero hay más
niños cosiendo nuestras ropas en fábricas inmundas que estudiando
en las escuelas de nuestra opulenta Europa. Es real que los capitales
y mercancías se mueven libremente por el planeta, pero a las
personas se las impide desplazarse o se las margina si no habitan en
el lugar que, supuestamente, les corresponde. Es real que podemos
transplantar corazones, pero muchas personas no tienen acceso ni a
una aspirina para el dolor de cabeza mientras mueren de una simple
gripe. Es real que está escrito que las mujeres son iguales a los
hombres, pero las niñas secuestradas en Nigeria acabarán de juguete
sexual de no sé qué magnate.
“Pero
todo esto es una “realidad que nos queda muy lejos”, dice mucha
gente. Cerca o lejos, no deja de ser real. No obstante, miremos la
realidad cercana. Es real que los jóvenes estudian, se preparan y
están muy cualificados, pero el 49% no consigue trabajo, y del
resto, muchos emigran y otros acaban trabajando por sueldos
miserables y en condiciones precarias en trabajos que nada tienen que
ver con lo que estudiaron. Y en eso se les fue la vida. Es real que
muchos mayores (como mis padres) confiaron en su oficina bancaria de
toda la vida para depositar sus ahorros y ahora se ven despojados y
desvalidos con su pequeña hucha vacía. Es real que la educación es
universal y gratuita, pero en mi colegio (que según recientes
estudios está entre los 100 mejores de España) solo estudian
blancos de clase media...Es real que cientos de médicos tienen
expedientes abiertos por asistir a personas “sin papeles”,
mientras grandes empresas se van quedando con los servicios
hospitalarios para que generen ingresos. Es real (como dice la nada
sospechosa organización de Caritas) que más de 10 millones de
personas viven en nuestro país bajo el umbral de la pobreza,
mientras las fortunas de los ricos se han disparado con la crisis. Mi
amiga Marina, con recursos cada vez más exiguos, procura atender a
los yonkis que tiene a su cargo. Mi amigo Jorge ha tenido que crear
en el centro de salud un grupo de hombres para elevar su autoestima y
sacarles de la espiral de depresión, alcohol y violencia a la que
les ha conducido, principalmente, el paro. Mi amigo Gerardo,
científico del CSIC, investiga sin calefacción y mientras le llaman
de congresos en Gran Bretaña, aquí sobrevive de milagro. Mi amigo
Fede contempla con impotencia como algunos de los chavales del piso
de menores van a ser internados en centros cerrados (eufemismo de
cárcel) porque es más barato castigar que reeducar.
Me
temo que pueda estar pareciendo un mitin, pero no lo es. Esto es
real. Y es objetivo. Esto no depende de cómo se interprete.
Señalarlo y nombrarlo es la única manera de ser honrado con lo real
y, por tanto, de saber. Se puede saber, y se puede saber con
objetividad. Ya
la psicología y la neurociencia actuales nos han demostrado que
nuestro saber es selectivo. O dicho de una manera más pedestre:
elegimos lo que queremos saber.
Un abrazo.
P.D.:
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Luis Cernuda, de su libro Realidad y deseo
P.D.:
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Luis Cernuda, de su libro Realidad y deseo