En los pasados días hemos
asistido a las manifestaciones del 25S y del 29S, que han destacado sobre
otras convocatorias anteriores por la contundente represión policial. No quiero
tratar en este artículo sobre la supuesta violencia de estas manifestaciones.
Tan solo dejo claras tres opiniones personales al respecto: las movilizaciones
siguen siendo pacíficas, y la violencia la han ejercido unos pocos; buena parte
de esta violencia ha podido estar orquestada por la propia policía siguiendo
órdenes del Ministerio de Interior; y por último, no olvidemos que hay otros
tipos de violencia aún mucho más violenta, valga la redundancia (los sueldos
miserables, el paro masivo, las intimidaciones policiales, los recortes
injustos, etc.).
Dicho esto, la cuestión que más
me ha llamado la atención es que algunos medios de comunicación, algunos
supuestos intelectuales y, por supuesto, la mayoría de los políticos, han
tildado a los manifestantes de “antidemocráticos”. Es más: la fiscalía va a acusar
a los detenidos por un delito de “atentado contra las instituciones del
Estado”. Esto me parece de una gravedad descomunal. ¿Antidemocráticos? ¡Pero
como es posible! No doy crédito a lo que oigo. Veamos el argumento.