miércoles, 4 de abril de 2012

Significado de la resurrección de Jesús


        Si en el artículo anterior hablaba del sentido de la muerte de Jesús, esta vez me fijo en la resurrección pues, sin ésta, aquella queda incompleta. Ya lo decía san Pablo: "Si Cristo no resucitó, somos los más estúpidos de los hombres". Y no se trata de debatir sobre qué será eso de resucitar sino más bien cómo semejante esperanza afecta a nuestra vida.
         Como ejemplo de lo que quiero decir, escuchemos el testimonio de un periodista de Guatemala, amenazado de muerte.
Dicen que estoy amenazado de muerte. Tal vez. Sea ello lo que fuera, estoy tranquilo, porque si me matan, no me quitan la vida, me la llevaré conmigo, colgando sobre el hombro, como el morral del pastor…A quien se mata se le puede quitar todo previamente: los dedos de la mano, la lengua, la cabeza… Se le puede quemar el cuerpo con cigarrillos, se le puede aserrar, partir, destrozar, hacer picadillo. Todo se le puede hacer, y quienes me lean se conmoverán profundamente, y con razón.
         Yo no me conmuevo gran cosa, porque, desde niño, alguien sopló a mis oídos una verdad inconmovible que es, al mismo tiempo, una invitación a la eternidad: “No temáis a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitar la vida”. La vida – la vida verdadera- se ha fortalecido dentro de mi, cuando, a través de Pierre Teilhard de Chardín, aprendí a leer el Evangelio: el proceso de la Resurrección empieza por la primera arruga que nos sale en la cara; con la primera mancha de la vejez que aparece en nuestras manos; con la primera cana que sorprendemos en nuestra cabeza un día cualquiera, peinándonos; con el primer suspiro de nostalgia por un mundo que se deslía y se aleja, de pronto, frente a nuestros ojos…Así empieza la Resurrección.
         Dicen que estoy amenazado de muerte… De muerte corporal, a la que amó san Francisco de Asís. ¿Y quién no está amenazado de muerte? Lo estamos todos desde que nacemos. Porque nacer es también sepultarse un poco… Amenazado de muerte. ¿Y qué? Si así fuera, los perdono anticipadamente. Que mi cruz sea una perfecta geometría de amor, desde la que pueda seguir amando, hablando, escribiendo y haciendo sonreír, de vez en cuando, a mis hermanos los hombres.
Que estoy amenazado de muerte… Hay en esta advertencia un error conceptual. Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. ¡Estamos amenazados de vida, amenazados de esperanza, amenazados de amor! Estamos equivocados. Los cristianos no estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de Resurrección, Porque, además del Camino y de la Verdad, Jesús es la Vida, aunque esté crucificada en la cumbre del basurero del Mundo.
        Me parece un bonito testimonio. Merecerá la pena, pues, escudriñar un poco más qué significado tiene la resurrección de Jesús (sigue...
          1. Dios rehabilitó a Jesús
El primer significado de la resurrección salta a la vista: Dios rehabilitó al ajusticiado. A aquel que los hombres insultaron, despreciaron, calumniaron, maltrataron y ejecutaron injustamente, Dios le dio la razón, le hizo justicia. Al resucitar a Jesús, Dios da su ratificación y respaldo a la vida de Jesús, a lo que dijo e hizo, al proyecto del Reino. Así, la resurrección es el triunfo del amor sobre el egoísmo, del servicio sobre el dominio y la opresión, del perdón sobre la venganza, de la solidaridad sobre la explotación, de la vida sobre la muerte... En la resurrección se pone de manifiesto que Dios estaba con Jesús, compartiendo su vida y mensaje.

         2. Un sentido para la vida
La resurrección de Cristo permite dar respuesta a las preguntas que toda la humanidad se ha hecho siempre: ¿Qué sentido tiene vivir para morir? ¿Merece la pena luchar por un mundo mejor si todo termina con la muerte? ¿Por qué dar la vida por los demás si al final sólo queda la muerte?
Cuando el ser humano cree que la muerte es la palabra última y definitiva, puede perder la esperanza y el sentido de la vida: sus proyectos, trabajos e ilusiones se desvanecerán en la nada; sus seres queridos desaparecerán para siempre; el amor, el deseo de justicia... todo terminará para siempre. Afortunadamente hay muchas personas de bien que luchan por la utopía sin necesidad de vislumbrar un más allá. Pero también es cierto que muchos prefieren dedicarse a pasar la vida lo mejor posible sin pensar en los demás: como bien dice la sabiduría popular, “a vivir que son tres días”. Y otros, ya que sólo existe esta vida, explotan y tiranizan a los demás para alcanzar poder, dinero y fama, construyéndose su “paraíso” particular en la tierra a costa del sufrimiento de sus semejantes.
La resurrección nos dice que el mundo y la historia tienen un sentido, un final feliz en que todo será transformado. Y porque hay resurrección, hay esperanza en nueva vida, es posible poner manos a la obra y dejarse la piel en la tarea de construir un mundo donde reine la justicia y el amor por siempre. Porque hay resurrección merece la pena tener esperanza en el futuro, trabajar con ilusión, amar a fondo perdido, luchar por los ideales y dar la vida por ello. Porque hay resurrección el ser humano puede ser realmente libre, alcanzará el mundo soñado, y todo tendrá sentido. 

3. Jesús, la Nueva Humanidad, nuestra meta
El ser humano es por esencia un proyecto, una búsqueda de sí mismo, un deseo de realizarse en todas sus dimensiones. Esta esperanza es el motor profundo de su existencia.
¿Cómo responde el cristianismo a semejante deseo? La respuesta es clara: Dios ha querido regalar a cada persona una vida en plenitud, ha querido divinizarla haciéndola hija suya; Dios ha querido llenar al ser humano con su amor y colmar todas sus aspiraciones. Y lo ha hecho en la persona de Jesús. Jesús resucitado es la Nueva Humanidad, es decir, la realización plena de todas las dimensiones que constituyen la realidad humana. Jesús Resucitado representa aquello a lo que todos estamos llamados. Todas las capacidades humanas, que están más o menos desarrolladas y, con frecuencia, dormidas (comunicación, comunión, apertura, diálogo, hermandad, ternura, compasión, alegría, justicia, generosidad, etc.) ya han sido realizadas plenamente por Jesucristo Resucitado. Un día también se realizará en nosotros esta re-creación, esta humanidad nueva: todo lo mejor de nosotros, lo más maravilloso y valioso que llevamos dentro, todas nuestras capacidades y dimensiones, alcanzarán la plenitud. Entonces seremos plenamente humanos, seremos plenamente divinos.
Este camino hacia la transformación ha empezado YA. La resurrección no es algo que ocurrirá después morir; la vida eterna no vendrá después de la muerte; Jesús está vivo aquí y ahora. Esto significa que, si él vive en mí, si yo vivo desde Jesús, YA estoy siendo resucitado, YA comienzo a vivir aquí la vida eterna y YA debo ir poniendo manos a la obra para construir ese mundo nuevo.


1 comentario:

Tranquilo, en breve estudiamos tu caso...