miércoles, 14 de marzo de 2012

La Reforma Laboral y la Doctrina Social de la Iglesia

        Es hiriente el silencio que la Iglesia está guardando ante la reforma laboral recientemente aprobada por el actual gobierno.  Me refiero a esa Iglesia institucional de alto nivel, formada por obispos y arzobispos, que se manifiesta en las calles para impedir que los homsexuales se casen o que en la escuela se impartan valores en la asignatura de Educación para la Ciudadanía, pero que son incapaces de tener una voz pública alta y   clara en contra de este atropello flagrante que es la reforma laboral, diseñada por banqueros y empresarios para apuntalar su sistema de explotación de l@s trabajadr@s. Ante estos recortes de derechos sociales la Iglesia no dice ni una palabra. Nada. Y eso es lo terrible, porque hay silencios elocuentes, silencios que matan, silencios que son pecado de omisión.
        Para avalar lo que digo baste este recorte de prensa:

      Al cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, no le agrada que en el seno de la Iglesia haya voces discordantes sobre la reforma laboral del Gobierno.
Así lo ha dejado patente mediante un comunicado en el que muestra su malestar ante las críticas que la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Católica (JOC), dos entidades eclesiásticas de carácter estatal, han emitido contra el nuevo marco para el empleo (puedes consultarlo aquí).
En la nota, recogida por distintas plataformas religiosas y dirigida a los Vicarios Episcopales, para que, a petición del cardenal, la hagan llegar a todas las parroquias y lugares de culto, la archidiócesis de Madrid considera "improcedente" la difusión del comunicado próximo a los postulados de la izquierda, al tiempo que "no se hace responsable del mismo". Ambas organizaciones animan a participar en las movilizaciones sociales y sindicales.
   
        Sin embargo, gracias a Dios (en el sentido literal de la expresión), la Iglesia es mucho más, y alberga en su seno a l@s cristian@s de la calle, de las parroquias, de los grupos de base, ya sean curas, monjas, seglares, sensibilizados con los problemas de la gente y comprometidos en su lucha de cada día. Su voz casi no se escucha pero intentan hacerse oir. Y, lo que es más importante, sin buscar protagonismo ni intereses, trabajan silenciosamente por hacer una sociedad mejor. Hoy traigo aquí un ejemplo de esa otra Iglesia, para que se la conozca y se la valore y, sobre todo, para que podamos colaborar juntas personas de diferentes creencias e ideas cuando lo que nos une es el bien común.
        En resumen, os presento un documento en el que distintas iglesias de una zona de Cantabria (en Torrelavega) han plasmado una valoración ética de la reforma laboral a la luz de los criterios que la propia Iglesia tiene establecidos en lo que se conoce como "Doctrina Social de la Iglesia". No se han inventado nada, lo que dicen es doctrina de la Iglesia, pero, mientras para las altas esferas eclesiásticas esa doctrina sólo está en el papel porque queda bien, est@s otr@s cristian@s la proclaman con fuerza e intentan llevarla a la práctica. Ojalá lo consigamos entre tod@s. Os dejo con el documento.
Documento
La Unidad Pastoral de Torrelavega, integrada por las Parroquias de la zona,  quiere hacer una reflexión pública sobre diferentes cuestiones de actualidad  referentes al mundo del trabajo.
            En modo alguno se pretende hacer valoraciones técnicas, cosa que no compete a la Iglesia, y mucho menos optar por una ideología u otra. Somos cristianos que miramos la realidad del día a día de nuestro pueblo con preocupación, intentamos estar cercanos a  los que están padeciendo más dolorosamente las consecuencias de la crisis, y  tenemos al Evangelio como núcleo central en nuestro caminar y a la Doctrina Social de la Iglesia como marco de referencia de la faceta humana del mundo del trabajo. A través del trabajo la persona desarrolla su capacidad creativa y productiva, en la búsqueda del bienestar individual y colectivo, para el logro de una sociedad más humana y justa para todos. Procuramos situarnos con lucidez ante los nuevos tiempos que nos han tocado vivir, ya que la Iglesia no puede permanecer indiferente ante los cambios sociales, especialmente ante aquellos que  generan sufrimiento, sino que ha de tomar partido por todo el hombre y por todos los hombres, que son “el camino primero y fundamental de la Iglesia” , y en base a ello  manifestamos:
1º.- Cuando hablamos de relaciones laborales, y por tanto de relaciones entre trabajadores y empresarios, es fundamental actuar con criterios de justicia e igualdad, especialmente en un momento como el actual, en el que los únicos valores aceptados son aquellos relacionados con la utilidad, la productividad, la rentabilidad etc. La economía se encuentra al servicio del hombre, no el hombre al servicio de la economía, y es en la empresa donde la economía alcanza su máxima expresión, fruto del equilibrio, complementariedad y colaboración del capital y del trabajo.
2º.- Cualquier norma que rompa ese equilibrio podrá ser una norma legal, pero nunca será moralmente aceptable, y entendemos que el Real Decreto Ley 3/2012 de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral contiene aspectos poco dignos que rompen ese equilibrio.
3º.- Dentro de ese espíritu de colaboración, y buscando la reincorporación al mundo del trabajo de los desempleados, los trabajadores activos deberán asumir los “sacrificios” proporcionales necesarios para la consecución de dicho objetivo.
            La imposición a los trabajadores de esfuerzos desproporcionados, en aras de la consecución de una mayor flexibilidad laboral, atenta contra derechos fundamentales de los trabajadores, y ello porque las auténticas necesidades de las personas no son flexibles.
4º.- Escuchamos con preocupación las declaraciones, comentarios etc. que tratan de desprestigiar la función de los sindicatos en nuestra sociedad, muchas de las cuales son realizadas por responsables políticos. Esas manifestaciones denotan un total desconocimiento del mundo sindical, además de una gran falta de objetividad (“ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio”).
            La Doctrina Social de la Iglesia reconoce la función fundamental desarrollada por los sindicatos de los trabajadores, lo cual no obsta para que existan aspectos de ellos que sean manifiestamente mejorables, como ocurre en las organizaciones empresariales, en los partidos políticos y en nuestra Madre Iglesia.
5º.- La Doctrina Social de la Iglesia considera al mercado como un instrumento insustituible dentro del sistema económico, pero establece su subordinación al cumplimiento de unas normas morales que velen por la integridad del hombre.
6º.- Nos preocupa que el mercado se haya convertido en un nuevo “becerro de oro”, al que se le ofrecen toda clase de sacrificios. Nos inquieta la subordinación de los estados a los mercados, y la falta de un consenso internacional para redefinir el papel de cada uno en la postmoderna economía.
7º.- El sistema económico actual demanda medidas que implican recortes de derechos laborales, flexibilización, precariedad etc. En él, el hombre se ha convertido en una pieza más del proceso productivo, y desde luego no la más importante. Tememos la llegada de nuevas medidas que impliquen recortes sociales, y que afecten a los sectores más vulnerables de la población. Todo ello nos reafirma en la convicción de que otra economía es posible y necesaria.
8º.- Consideramos  que las reflexiones contenidas en la Doctrina Social de la Iglesia pueden servir de orientación a los cristianos, y a los hombres de buena voluntad, para poder afrontar con espíritu libre los retos de los nuevos tiempos.
9º.- Hacemos una llamada a la coherencia y a la responsabilidad, especialmente de aquellos que siendo cristianos desarrollen tareas en el ámbito de la economía y del mundo del trabajo ; todos tendremos nuestra responsabilidad, unos por acción y otros por omisión… y las dos responsabilidades serán igualmente graves.
Torrelavega, 1 de marzo de 2012

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