sábado, 17 de marzo de 2012

Igualdad de género: ¡lo que nos queda por hacer!


        Sé que no digo nada nuevo si digo que no habrá igualdad de género mientras no cambie la educación que se recibe en el seno de la familia. Pero, pese a lo obvio de la afirmación, he creído conveniente recalcar este aspecto, a la vista de las conclusiones a las que he llegado con mis alumnos después de tratar este tema en clase.
      Aunque es cierto que de 30 familias, en 26 de ellas trabajan los dos (algo impensable unas décadas atrás) a la hora de realizar las tareas domésticas el reparto es muy desigual. En primer lugar, si nos fijamos en la cantidad, resalta que hay muchas más tareas que realizan las mujeres. Pero, lo que es más preocupante, si nos fijamos en la calidad de las tareas, se da el caso de que hay labores que solo realizan las mujeres y otras que exclusivamente las hacen los varones. Así por ejemplo, en todos los casos, limpiar el baño, lavar y planchar la ropa y fregar los suelos, lo hacen siempre las mujeres. En cambio, cuidar el coche, realizar los arreglos del hogar o hacer el papeleo en cualquier organismo (banco, ayuntamiento, etc.) lo hacen casi en todas las familias los varones. Además, esta diferencia se repite casi con exactitud cuando se refiere a lo que se denominan “las tareas de cuidados”: llevar a l@s hij@s al médico, atender a l@s abuel@s, acudir a una reunión en el colegio, escuchar un problema y dar un consejo, etc. son tareas realizadas de manera abrumadora por las mujeres (sigue...)

         Estos datos son demoledores y suscitan graves preguntas: ¿por qué un hombre no friega el baño? ¿es indigno para él o es que se piensa que las mujeres tienen por naturaleza un don especial para ello? ¿Por qué una mujer no puede ocuparse de llevar el coche al taller o reparar un electrodoméstico? ¿Siguen los hombres repitiendo que son unas inútiles? ¿Siguen ellas creyendo que ellos tienen razón?
         Curiosamente, las tareas que más realizan los varones son la comida y cuidar las plantas. Es cierto. Está de moda, y yo conozco muchos casos, en los que el hombre se vanagloria de cocinar o de tener sus macetas bien arregladas. Y lo cuenta como si fuera un adelantado a su tiempo, un ejemplo a seguir en las relaciones de igualdad. ¿Pero por qué la cocina y la jardinería y no lo demás? ¿Se repite en casa a pequeña escala el cliché discriminador de que sólo los hombres pueden llegar a ser grandes chefs, o diseñadores etc.?
         No avanzamos logrando que los dos trabajen fuera de casa, ni siquiera repartiéndose las tareas del hogar, si al final sigue habiendo tareas de mujeres y tareas de hombres. Repartir el trabajo (ya sea en casa ya sea en la sociedad) no equivale a igualdad si seguimos adscribiendo determinadas tareas en función del sexo.
          Pero no termina aquí la cuestión. Podría pensarse que, al fin y al cabo, esto es lo que hacen l@s adult@s y que l@s chaval@s no repetirán estas conductas. Tengo mis dudas sobre ello. Primero, porque nada hay más poderoso que un ejemplo, y solemos acabar haciendo aquello que vimos hacer a nuestros padres y madres. Segundo, porque en vivo y en directo asistí en mi clase a una especie de rebelión por parte de los alumnos varones que, de manera más o menos comedida pero firme, defendían semejante diferenciación de tareas. Un chico ve lógico que el día de mañana él se ocupe del coche o de arreglar cosas, mientras que la chica se desenvuelve mejor con “las cosas de la ropa” (porque les encanta ir de tiendas) o “lo de fregar” (porque son más limpias y ordenadas). Varios chicos parecían creer firmemente estas ideas y, lo que es peor, alguna chica les apoyó.
         Reconozco que esto me desanimó de entrada porque, después de haber visto el tema con detenimiento, me parecía obvio que estábamos ante una discriminación que debería ser erradicada. Sin embargo, algun@s más bien parecían que veían lógico que se perpetuara. ¿No había servido de nada las tres sesiones que le habíamos dedicado a este asunto? Quiero creer que sí, que mereció la pena, porque buena parte de las chicas de clase manifestaron abiertamente su asentimiento con lo reflexionado. En ellas tengo puesta la esperanza. Mientras tanto, por lo que a cada un@ de nosotr@s respecta, hagamos todo lo posible para que ninguna labor sea identificada con un sexo u otro y más bien logremos que todas las tareas sean realizadas por tod@s sin distinción.

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