sábado, 15 de octubre de 2011

12 de octubre: ¿qué celeramos ese día?


El pasado día 12 de octubre, como cada año, se celebró el Día de la Fiesta Nacional. Ese día, también como siempre, se festejó mediante un desfile militar: aviones, carros de combate, soldados en formación, misiles, y demás elementos propios de las Fuerzas Armadas, encabezadas por el rey, hicieron las delicias de miles de españoles que, in situ o por televisión, siguieron tan espectacular despliegue bélico.
¿Por qué el Día de la Fiesta Nacional ha de tener este sentido militar? Se dirá que la el Ejército garantiza la unidad de España, nos defiende de enemigos exteriores y es el orgullo de la patria. No quiero discutir aquí la función de las Fuerzas Armadas. Es cierto que soy pacifista, que no me atrae el arte de la guerra ni la estructura jerárquica propia de los ejércitos. Puedo conceder que el Ejército cumple una función necesaria, como lo cumple la policía. Pero, sin entrar en mayores debates, lo que sí tengo claro es que la parafernalia militar no puede ser el símbolo que caracterice a la Fiesta Nacional. Mejor dicho: se me ocurren otras muchas posibilidades de “desfiles” que resaltarían mejor lo que es este país y el papel que muchos de sus ciudadan@s desempeñan en él (sigue...)


A mi juicio, la Fiesta Nacional ha de servir para poner de manifiesto la labor que muchas personas realizan en aras del bien común, del bien de tod@s. Son esas personas que con su tarea cotidiana hacen posible la convivencia, la solidaridad, el respeto, la paz, la cultura, y todo aquello que nos hace sentirnos unid@s y responsables unos de otros. Eso es para mí una patria: la ligazón, afectiva y efectiva, que existe entre todos los miembros de una comunidad humana. Sobra decir, que visto así, mi patria es el mundo, pero ese es otro tema...

El caso es que, en mi opinión, el 12 de octubre podrían desfilar l@s médic@s y enfermer@s que velan por la salud de tod@s nosotr@s, procurándonos una vida más longeva y de mayor calidad.
Me gustaría que desfilaran l@s miles de profesor@s que cada día, con esfuerzo y frente a las adversidades, educan a nuestr@s hij@s, tanto en lo académico como en lo humano.
Quisiera que desfilaran los cuatro millones de voluntari@s que hay en este país, especialmente el millón que realiza tareas de acción social.
Sería estupendo poder ver a las distintas ONG's y demás asociaciones que contribuyen notablemente al bienestar de tant@s, especialmente de l@s más necesitad@s.
Ese día podrían desfilar tantas y tantas mujeres inmigrantes que cuidan de nuestr@s ancian@s, con frecuencia olvidad@s por su propia familia.
Sería genial que desfilaran las propias personas mayores, depositarias de tantos saberes y valores que ahora no parecen interesar, esas personas mayores que están ahí cuando hay que cuidar de l@s niet@s o hay que ayudar a la familia cuando pasa apuros económicos.
Estaría bien que desfilaran las amas de casa que realizan un trabajo no remunerado, no reconocido y con frecuencia despreciado, pero que suele el sostén afectivo y material de quienes componen la familia.
Que desfilen también los bomberos, los miembros de protección civil y, en general, tod@s aquell@s que se afanan en socorrer a los demás cuando las catástrofes y los accidentes nos golpean inmisericordemente.
Que desfilen los artistas, los que escriben libros, los que pintan cuadros, los que componen música o la interpretan, los que mantienen vivo el teatro, los poetas y poetisas, l@s filósof@s, l@s conservador@s del patrimonio cultural, l@s científicos e investigador@s.
Supongo que tengo que ir terminando, y no porque se me agoten los colectivos y personas que deberían desfilar ese día por la Castellana, sino porque su enumeración sería prácticamente inagotable. Con los que he citado creo que se ha comprendido la idea.
En cierto modo, el Gobierno ya ha intuido que por ahí deberían ir las cosas: el 12 de octubre se decidió abrir todos los museos, de forma gratuita, para darle a la fiesta, palabras textuales, “un carácter más civil”. Es loable la intención, pero esa media es tan solo un toque decorativo que no modifica en nada la esencia de lo que ese día se vivió. Por eso, propongo que el Día de la Fiesta Nacional sea la ocasión para rendir homenaje, como dije anteriormente, a todas aquellas personas, grupos y organizaciones, que contribuyen al bien común, al bien de todos. Y conste que esto no excluye a l@s soldados...
José Luis Quirós

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