miércoles, 21 de mayo de 2014

Cartas políticas para Julia (I)


Capítulo I. De la honradez con la realidad

Querida Julia: 

         Las personas tendemos a querer saber antes de actuar. Afortunadamente. El mundo iría mejor si aplicáramos este principio con más rigor. Al comienzo de tu escrito preguntas cómo se sabe (el subrayado es mío) algo mínimamente objetivo acerca de nuestros políticos (las negritas son tuyas). Insisto en que es necesario saber, pero, a mi juicio ni de los políticos podemos saber algo objetivo (siendo personas como son) ni han de ser ellos el objeto de nuestro saber.
       
¿Hacia dónde dirigir entonces nuestra mirada? ¿Qué ha de ser objeto de nuestro conocimiento? En mi opinión, la respuesta es “la realidad”.
         No quiero filosofar disertando sobre qué entendemos por realidad (aunque no es superfluo) pero quiero traer a colación el pensamiento de un ilustre e influyente filósofo, Xabier Zubiri que, replicando a Aristóteles, asegura que la realidad es previa al ser, y consiste en lo que hay. ¡Lo que hay! La realidad es lo que está puesto ahí, delante y enfrente de nosotros, lo que acontece. Puede parecer una perogruyada, pero no lo es. La filosofía del siglo XX nos invita a mirar la realidad tal cual es, cara a cara. Sobre todo después de Auswitch.

         Nombrar lo que sucede, eso es ser honesto con la realidad. Es real que hemos vivido el mayor período sin guerras catastróficas pero decenas de conflictos han asolado el siglo XX, y la mayoría nos son desconocidos. Es real que manipulamos genéticamente los alimentos, pero millones de personas mueren de hambre cada año. Es real que los niños tienen derechos impensables en la Antigüedad, pero hay más niños cosiendo nuestras ropas en fábricas inmundas que estudiando en las escuelas de nuestra opulenta Europa. Es real que los capitales y mercancías se mueven libremente por el planeta, pero a las personas se las impide desplazarse o se las margina si no habitan en el lugar que, supuestamente, les corresponde. Es real que podemos transplantar corazones, pero muchas personas no tienen acceso ni a una aspirina para el dolor de cabeza mientras mueren de una simple gripe. Es real que está escrito que las mujeres son iguales a los hombres, pero las niñas secuestradas en Nigeria acabarán de juguete sexual de no sé qué magnate. 
 
         “Pero todo esto es una “realidad que nos queda muy lejos”, dice mucha gente. Cerca o lejos, no deja de ser real. No obstante, miremos la realidad cercana. Es real que los jóvenes estudian, se preparan y están muy cualificados, pero el 49% no consigue trabajo, y del resto, muchos emigran y otros acaban trabajando por sueldos miserables y en condiciones precarias en trabajos que nada tienen que ver con lo que estudiaron. Y en eso se les fue la vida. Es real que muchos mayores (como mis padres) confiaron en su oficina bancaria de toda la vida para depositar sus ahorros y ahora se ven despojados y desvalidos con su pequeña hucha vacía. Es real que la educación es universal y gratuita, pero en mi colegio (que según recientes estudios está entre los 100 mejores de España) solo estudian blancos de clase media...Es real que cientos de médicos tienen expedientes abiertos por asistir a personas “sin papeles”, mientras grandes empresas se van quedando con los servicios hospitalarios para que generen ingresos. Es real (como dice la nada sospechosa organización de Caritas) que más de 10 millones de personas viven en nuestro país bajo el umbral de la pobreza, mientras las fortunas de los ricos se han disparado con la crisis. Mi amiga Marina, con recursos cada vez más exiguos, procura atender a los yonkis que tiene a su cargo. Mi amigo Jorge ha tenido que crear en el centro de salud un grupo de hombres para elevar su autoestima y sacarles de la espiral de depresión, alcohol y violencia a la que les ha conducido, principalmente, el paro. Mi amigo Gerardo, científico del CSIC, investiga sin calefacción y mientras le llaman de congresos en Gran Bretaña, aquí sobrevive de milagro. Mi amigo Fede contempla con impotencia como algunos de los chavales del piso de menores van a ser internados en centros cerrados (eufemismo de cárcel) porque es más barato castigar que reeducar. 
 
         Me temo que pueda estar pareciendo un mitin, pero no lo es. Esto es real. Y es objetivo. Esto no depende de cómo se interprete. Señalarlo y nombrarlo es la única manera de ser honrado con lo real y, por tanto, de saber. Se puede saber, y se puede saber con objetividad. Ya la psicología y la neurociencia actuales nos han demostrado que nuestro saber es selectivo. O dicho de una manera más pedestre: elegimos lo que queremos saber. 
 
Un abrazo.

P.D.:

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio, 
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, 
la verdad de sí mismo, 
que no se llama gloria, fortuna o ambición, 
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada, 
la verdad de su amor verdadero.

Luis Cernuda, de su libro Realidad y deseo

1 comentario:

  1. En primer lugar, muchas gracias por el interés que estás mostrando y por la dedicación que muestras hacia todo aquello que está por resolver. Mi (no) pensamiento político es sólo una de esas cosas.
    Lo que entiendo (personalmente) al leer esta entrada es que estoy empezando la casa por el tejado. Que si se quiere ser "un animal político" o, al menos, entender un poco de política, lo primero con lo que uno se ha de familiarizar es con los asuntos de la polis. Y la polis son las personas.
    Entonces lo que me resulta inverosímil es que, si la política es mucho más que políticos y partidos, la única forma que se nos ofrece de participar en ella activamente es eligiendo a políticos y partidos, posicionándonos. Supongo que lo de "posicionarse" ha ido absorbiendo, en un país tan alimentado de críticas y borreguismo como éste, a todos los demás componentes de la política, de tal forma que ha quedado reducida a una especie de lucha entre dos bandos.
    Una vez más encuentro (esta vez gracias a ti) una respuesta satisfactoria en la manera de pensar de la Antigua Grecia.

    En cuanto a la realidad... Debe de ser por la edad, pero resulta demasiado real, abrumadora. Creo que hay que tener mucha sangre fría para asumir y enfrentarse a una realidad que vaya más allá de la personal. Para querer solucionar problemas que a ti no te afectan y para querer, por decirlo de forma resumida, mejorar el mundo. No quiero meterme en reflexiones profundas sobre cómo veo esa posibilidad de mejorar el mundo, pero básicamente no la veo. Creo que es un concepto demasiado alejado de un simple ser humano y que es más realista (ya que hablamos de realidad) reducirlo a los pequeños detalles que percibimos en nuestras vidas. Aunque me surge otro problema: ¿dónde se pone el límite para no acabar sin una vida propia? ¿Para tener equilibrio entre vida pública y privada?

    Espero haber respondido de forma un poco sustanciosa.

    Julia.

    ResponderEliminar

Tranquilo, en breve estudiamos tu caso...