Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 26.
La
educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad
humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a
las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la
tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos
étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades
de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
Nuestro
sistema educativo, al poner el acento en la transmisión de
conocimientos, sirve, como meta final, a la inclusión de la persona
en el mercado laboral y, por tanto, a los intereses del mercado. Por
radical que parezca, en realidad la persona se convierte en un medio
y no en un fin en sí misma (sigue...)
Esta
durísima afirmación se desprende de la lectura del artículo 26 de
los Derechos Humanos sobre la educación. En
dicho artículo se establece que el objetivo de la educación es la
formación en los valores que sostienen los derechos y libertades de
las personas. No habla de geografía, ni de matemáticas, ni de
física, ni de tecnología o inglés. Sin ningún género de duda, el
aprendizaje de todas estas disciplinas y otras más contribuye a la
formación integral de la persona y el desarrollo global de la
sociedad. Por tanto, deben estudiarse. Sin embargo, la adquisición
de estos conocimientos no es el fin de la educación.
Nosotros
hemos puesto el carro antes que los bueyes. Es cierto que procuramos
crear un ambiente en el colegio en el que se vivan los valores del
respeto, la tolerancia, la solidaridad, la no violencia, etc. Pero,
por más que en nuestros discursos se resalte la importancia de estas
cuestiones, la realidad nos dice que son marginales a la hora de
practicar la docencia. Dicho de otro modo: consideramos que son
importantes pero no ponemos los medios ni creamos los cambios
estructurales necesarios para que se conviertan en el objetivo
principal de la educación.
Lo
primero son los valores, las asignaturas son medios. En cambio en el
actual sistema educativo lo primero son los conocimientos de las
asignaturas y lo adyacente son los valores. Se
puede objetar diciendo que a los alumnos les eduquen en valores en su
casa, y en conocimientos en la escuela. Ciertamente, en cada deben
educarles en valores, pero eso no exime a la escuela de su
responsabilidad en este sentido. ¿O es que acaso el artículo 26 de
los derechos humanos se refiere a la educación en casa? De ningún
modo: se refiere a la educación formal que se imparte en las
escuelas y que, por cierto, dice el mismo artículo poco antes, ha de
ser universal y gratuita.
En
conclusión: nuestro sistema educativo necesita un vuelco de 180º:
centrarse en la persona y el desarrollo de los valores, desplazando a
un lado el peso que tiene la adquisición de conocimientos. Insisto:
no es que no haya que estudiar asignaturas, pero hay que hacerlo
desde otro enfoque radicalmente distinto.
Ya
sé que se dirá, ¿y cómo se hace esto? ¿Es que acaso tienes la
solución? No la tengo, aunque se me ocurren cosas. De todos modos,
hay corrientes educativas que han abordado y puesto en práctica este
tema: ¿por qué no se les hace caso? ¿Por qué son marginadas? Como
siempre, me viene la misma respuesta: no interesa...
José Luis Quirós
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