miércoles, 18 de enero de 2012

Anestesia educativa: las asignaturas tabú de la escuela

A todos nos resultan familiares las asignaturas que cursan nuestr@s hij@s en el colegio: matemáticas, lengua, ciencias naturales, inglés, conocimiento del medio, etc. Son esas  que estudiamos con ell@s cuando hacen la tarea, esas que esperamos que superen con buena nota cuando aspiran al bachillerato, esas que creemos que les servirán para encontrar trabajo y vivir bien. Y quizás sea así.
Desde luego, hasta ahora nadie me ha comentado jamás que eche en falta otras asignaturas que, en mi opinión, son tan o más necesarias: economía, política, filosofía…” ¡Ala, qué bruto!” -dirá la mayoría- “¿A quién se le ocurre que los niños tengan que estudiar esas cosas?”. Sin embargo, a mí me parecen esenciales y me propongo dar razón de ello: son lo que llamo “asignaturas tabú de la enseñanza”(sigue…).
Cuando he comentado esto con alguien la primera objeción que hace es que estas materias no están al alcance de los niños, es decir, que su contenido está por encima de las capacidades propias de su edad. Por este motivo dichas asignaturas se estudian en bachillerato. Yo, en cambio, opino que deberían empezara a estudiarse en primaria y continuarse en  secundaria. ¿Por qué esperar a a tener 17 años para hablar de estas cosas? ¿Por qué un niño de 6 años, de 9 o de 12 no puede tratar estos asuntos? No hay materia que no sea susceptible de ser adaptable a cualquier edad. Para llegar a hacer ecuaciones, logaritmos y derivadas hay que empezar aprendiendo a sumar. Para llegar a hablar con fluidez el inglés hay que empezar diciendo: hello, how are you? Para comprender la fusión nuclear hay que empezar diferenciando entre seres animados e inanimados. Si todas las asignaturas tienen grados o niveles, ¿por qué no se hace lo mismo con la filosofía, la economía o la política? Y, no obstante, hacerlo es básico: para llegar a comprender la necesidad de mejorar nuestra democracia formal hay que empezar haciendo asambleas con l@s niñ@s. Para entender la crisis financiera mundial hay que empezar enseñando a l@s alumn@s qué es prestar y qué es pedir algo más a cambio de lo dejado, y quién gana y quién pierde. Para comprender el dilema entre filosofía y ciencia hay que empezar preguntándose si es más verdadera una suma (2+2=4)  que un sentimiento (te quiero). Y todo esto está a su alcance, es decir: cualquier tema que se quiera abordar puede adaptarse a la edad de los chavales… si se quiere. 

Una segunda objeción es la de quienes dicen que estas cuestiones no son necesarias tratarlas en una asignatura, ya que pertenecen más al ámbito de la educación no formal, es decir, a la educación que dan los padres y el ambiente en general. No lo dudo, pero que dichos temas puedan ser tratados fuera del colegio no significa que no deban ser tratados dentro de él. También fuera del colegio puedo hablar con mi hija sobre el tiempo atmosférico, admirar la belleza de una catedral, charlar en inglés o tocar juntos la flauta, y, sin embargo, son a la vez materias escolares. No quita una cosa para la otra.

Entonces es cuando ya directamente me plantean la tercera objeción: hablar de estas cosas no hace falta. En el fondo, esta es la verdadera piedra de choque, el meollo del problema: parece ser que no es necesario saber de estos temas. O lo que es peor, que no interesa. Y esto es lo que no acabo de comprender. ¿Desconoces la relación entre los lobbies económicos y los partidos políticos?: no importa, eres un genio del álgebra. ¿No tienes ni idea sobre cómo la deuda externa ahoga a media humanidad?: no importa, te conoces todos los elementos químicos de la tabla periódica. ¿Te parece un rollo saber elaborar un argumento lógico?: no importa, te sabes de memoria la fecha de la batalla de Las Navas de Tolosa.
Lo que quiero decir, por tanto, no es sólo que la economía, la política y la filosofía pueden ser impartidas a niveles de primaria y secundaria, sino que deben ser enseñadas dada su extrema necesidad y utilidad para la formación adecuada de la persona. ¿Es que no es útil comprender y valorar la diferencia entre democracia y dictadura, la división de poderes, los cauces de participación ciudadana, las ideologías (o la falta de ellas) que hay detrás de los partidos, la necesidad de comprometerse en el servicio al bien común o los peligros de la corrupción? ¿Acaso no es importante saber lo que es un contrato, conocer las condiciones laborales, calcular lo que debería ser un salario justo, comprender cómo se obtienen los beneficios, analizar la actuación de las multinacionales, saber por qué los países pobres son precisamente pobres? ¿No tiene enorme importancia preguntarse con qué criterio discernir si algo es moralmente bueno o malo, conocer los límites de la ciencia, analizar las diversas maneras de comprender al ser humano a lo largo de la historia, atisbar respuestas a la pregunta sobre el más allá o debatir sobre si merece la pena lucha por un mundo mejor?
¡Claro que todas estas cuestiones, y cientos más, son muy necesarias! Es verdad que algunas de ellas se tratan en la asignatura de Educación de la Ciudadanía, esa asignatura que no se da en primaria, esa asignatura que sólo dispone de 1 hora semanal, esa asignatura que todos se toman como una “maría” para pasar el rato, esa asignatura que muchos se empeñan en que desaparezca de los planes de estudios. Desde luego, si vamos a cifrar nuestra esperanza en lo que nos vaya a aporta la Educación para la Ciudadanía, aún siendo ésta necesaria, ya podemos tirar la toalla.
Y no es que yo quiera multiplicar las asignaturas de l@s alumn@s. A las muchas materias  que ya tienen no quiero añadirles otras tres. Lo que deseo es una reestructuración radical de las asignaturas, organizadas de otro modo, reduciendo su número y vertebrándolas sobre las cuestiones capitales de la vida: la economía, la política, la salud, la religión, la filosofía. Desde pequeños. A lo largo de toda la escuela.
Si no, ¿para qué está la escuela? La escuela actual genera cabezas con conocimientos desconectados de la vida real, personas con mucha información pero que no saben pensar por sí mismas, mentes nada críticas, gentes adocenadas aptas para entrar en el engranaje del sistema socioeconómico sin cuestionarlo, personas castradas en su potencial transformador de la sociedad.
Yo quiero una escuela que forme personas con un alto conocimiento de la realidad, de la vida misma y sus problemas; personas con gran capacidad de análisis de lo que pasa en nuestro mundo; personas capaces de pensar por sí mismas, informadas y críticas; personas preocupadas y activas dispuestas a convertir lo que saben en acciones que cambien las cosas a mejor.
Porque, si la escuela no está para esto. ¿para qué la queremos?

José Luis Quirós

3 comentarios:

  1. Gracias por ofrecernos esta entrada, totalmente de acuerdo, pasate por http://porunplanetalibre.blogspot.com/2012/01/uthopica.html a lo mejor te gusta!

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  2. Querido amigo, tus escritos muchas veces ponen palabras a mis pensamientos, algunos incluso que aun no he llegado a tener pero pienso tenerlos, jejejej. Pero el tema de la filosofía y la educación cívica para niños si lo he discutido con mas de una persona, e igualmente me ha sorprendido la actitud de eso se aprende solos...
    Solo compartir contigo que si hay algunos programas de filosofía para niños, aunque ahora mismo no tengo aquil las direcciones para dejarte la referencia, prometo enviártelos en el blog. La revista infantil Caracola tiene una publicación periódica de filosofía para niños, que yo a veces uso, cuando quieras me la pides

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  3. ¿Te lo puedes creer? Tu artículo me ha picado y me he puesto a buscar sobre filosofía para niños, y me he encontrado una entrada escrita por mí,¡qué cabeza tengo! Como ves es verdad que este tema anda por mi loca cabeza.
    Te dejo la dirección porque tiene el enlace que yo buscaba en mis favoritos para enviarte: http://lamunix.blogspot.com.es/2009/09/filosofia-para-ninos.html
    También te dejo un nombre, uno importante en este tema: Matthew Lipman
    BESOS

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Tranquilo, en breve estudiamos tu caso...